¡Hola a todos!
Después de haber acabado el NaNoWriMo, traigo, por fin, una nueva reseña: la que hace el número cien de todas las de este blog ^-^
Título: Siete formas de ver el mundo
Autora: Cristina López-Perea Villacañas
¿Saga? Libro independiente.
Editorial: SM
ISBN: 9788467573794
Número de páginas: 192
Publicación: 24 de Septiembre de 2014
Género: Realista, juvenil
Sinopsis: La única persona capaz de comprender a un adolescente es otro adolescente.
Un reconocido psicólogo, el doctor Sorenson, pone en marcha un innovador proyecto para tratar los problemas de los adolescentes. La terapia consiste en hacer que seis adolescentes convivan en un lugar aislado pero provisto de todo lo necesario sin la interacción de ningún adulto. Ian, Katie, Hunter, Lilly, Meg y Danny serán los primeros en acudir a la clínica. Durante seis semanas de convivencia se irán conociendo y tratando de comprender hastas encontrar juntos una solución para cada uno.
RESUMEN
Seis adolescentes, Meg, Danny, Lilly, Ian, Hunter y Katie, se conocen cuando comienzan un tratamiento en el que no tienen obligaciones, más allá de una brevísima charla semanal con el doctor Sorenson, un psicólogo que ha ideado un nuevo método para lograr que los adolescentes, ayudándose unos a otros, superen poco a poco sus problemas personales.
Katie es anoréxica. Meg es muy agresiva. Lilly no ha superado la muerte de su gemela. Ian no quiere estudiar. Danny no ha tenido una infancia fácil. Hunter ha traficado con drogas.
Aunque sus problemas son diferentes, los seis tienen algo en común: no son capaces de seguir adelante. Necesitan ayuda, pero no exactamente la ayuda de un adulto, sino la de alguien como ellos: la de un adolescente.
El doctor Sorenson opina que los adultos poco pueden hacer para ayudar a los adolescentes, pues les resulta muy difícil comprenderlos. Es por esto por lo que ha ideado este nuevo método, que consiste en reunir a distintos jóvenes en un internado situado en un entorno natural y, simplemente, dejarles disfrutar de lo que les rodea. Sorenson nunca da órdenes a los chicos; sólo hace propuestas y está igualmente interesado en escuchar las propuestas de ellos.
Y un lugar casi sin adultos, con nuevos amigos y un paraje natural que explorar son algunos de los elementos que realmente pueden ayudar a un adolescente a superar sus problemas y conseguir ser feliz.
MI OPINIÓN
Compré este libro porque la sinopsis me dejó con mucha curiosidad y me dio ganas de conocer a esos seis adolescentes y a ese único adulto que los reunió a todos con el fin de que se ayudaran entre ellos. Esperaba una historia realista y sencilla y he tenido suerte de encontrarla, pero, por lo demás, no ha habido nada en especial que haga destacar a este libro entre otros del mismo género. En mi opinió, claro.
–Personajes. Tenemos seis personajes principales que nos van narrando la historia por turnos. Comenzamos con Katie, una chica que comenzó a obsesionarse con su físico cuando se convirtió en modelo, lo cual ha acabado llevándola a la anorexia. Katie rehúsa comer más de lo necesario para sobrevivir y está tan encerrada en sí misma, que no se da cuenta de que no sólo se daña a sí misma, sino también a quienes la rodean.
Pero Katie no es la única encerrada en sí misma. Los demás chicos tampoco se sienten del todo preparados para hablar acerca de sus problemas. Danny, por ejemplo, ha sido criado por su hermana mayor, quien tuvo que convertirse en la cabeza de familia tras la muerte de su madre, ya que el padre se dio a la bebida y no se ocupó de sus hijos. Ahora, el padre ha comprendido su error, pero Danny no está dispuesto a perdonarlo tan fácilmente.
También Meg está furiosa con su madre. La chica perdió a su padre por culpa del cáncer y aún no ha superado su muerte, motivo por el cual no puede perdonar a su madre el que se volviera a casar apenas seis meses después de que muriese su padre. Por culpa de esto, y por tener de padrastro al que fuera el mejor amigo de su padre, Meg se ha convertido en una joven huraña, agresiva y autoritaria.
Lilly también perdió a un ser querido: a su hermana gemela, Emily. Fue en un accidente y era Lilly la que conducía, motivo por el cual se culpa a sí misma; una culpa que la ha llevado a intentar quitarse la vida en más de una ocasión. Lilly es una chica frágil, incapaz de perdonarse a sí misma, que lo único que necesita es tiempo para, verdaderamente, asumir que ella no mató a su hermana.
Todos estos chicos y sus historias me han gustado bastante, me han parecido verosímiles, con un pasado y una personalidad muy bien trabajados. No obstante, Ian y Hunter se me atascaron un poco, y no porque estuviesen mal desarrollados o porque me cayesen mal, sino porque sus problemas no me parecieron lo bastante importantes como para que hubieran acabado formando parte de un experimento psicológico. Me explico.
Los padres de Ian han estado siempre viajando. Su padre sobrevivió a una guerra y ahora no es capaz de echar raíces. Ian y su familia siguen siempre al padre cada vez que éste decide que deben cambiar de residencia, pero él está tan harto, que decide dejar de estudiar. Personalmente no creo que fuese Ian quien necesitaba ayuda psicológica, sino su padre, ya que es evidente que la guerra le ha dejado secuelas, las cuales también están afectando a su familia. Para cualquier adulto con dos dedos de frente hubiese sido evidente que lo único que Ian necesitaba era un poquito de estabilidad. Cosa que no puede obtener mientras su padre siga recuperándose. Por tanto, quien necesita un psicólogo, pienso yo, es el padre de Ian. Y no lo digo como si fuese algo malo, que aquí todo se puede malinterpretar.
Por último llegamos a Hunter, un chico que acaba de ser adoptado, pero tiene miedo de encariñarse con sus nuevos padres. Hunter ya ha pasado por algunas familias de acogida, las cuales siempre han acabado rechazándolo, así que él ahora no se fía lo suficiente de sus nuevos padres como para aceptarlos como tales. Hasta aquí, bien, pero no es este el principal motivo por el que se nos dice que este chico ha acabado en el internado de Sorenson. Se nos explica que la razón principal es que ha traficado con drogas, pero en ningún momento se especifica que el hecho de que haya traficado con drogas está relacionado con su inseguridad respecto a su nueva familia. Así que, no sé, en este aspecto me siento un poco enagañada. E igualmente Hunter podría haber resuelto este problema con la única ayuda de sus nuevos padres, sin necesidad de recurrir a un psicólogo. Pienso yo.
–Escritura. En este aspecto tengo una pequeña pega, y es que la escritura de esta autora es tan repetitiva, que absolutamente todos los personajes se expresan igual. Casi se diría que todos tienen la misma voz, a pesar de que, como he dicho, cada uno de ellos está bien trabajado y te familiarizas con ellos enseguida. El problema es ése: que no tienen una voz propia, que parecen simplemente seis historias distintas vividas por una misma persona. Sin embargo, sí que me ha gustado la forma tan sencilla de escribir de la autora, sin florituras ni adornos, sino sencilla y coloquial, propia de unos adolescentes.
–Edición. Me gusta la portada de este libro, creo que es tan sencilla y juvenil como el contenido del mismo. El interior, por otro lado, consta de seis partes, cada una de ellas narrada por uno de los chicos, y un epílogo, y me ha gustado mucho que cada una de las partes comenzara con una cita o extracto de un periódico (ficticios, eso sí) donde se nos permitiera conocer un poco mejor, aunque de forma muy breve, a Sonrenson y su método.
–Historia. Esta novela no es exactamente una historia con una trama definida. Más bien, son seis historias que se han unido, seis personajes que son a un mismo tiempo diferentes e iguales entre sí, y vamos conociendo su pasado, su personalidad y su evolución. Siete formas de ver el mundo es, por tanto, una novela de personajes, o al menos creo que esta sería la forma correcta de calificarla. Seis adolescentes, cada cual con sus problemas, que se conocen y empieza a surgir la amistad entre ellos, que se ayudan unos a otros casi sin darse ni cuenta y que experimentan por primera vez algo parecido a la libertad, ya que, como he dicho, Sorenson jamás les impone nada. Al contrario: el doctor los anima a explorar el paisaje a su alrededor, a hacer excursiones, a ver películas juntos; en definitiva: a conocerse, a confiar unos en otros, a ayudarse entre todos. Por tanto, podría decirse que, para unos chicos en torno a los dieciséis años, esto es lo más parecido a la libertad que podrán experimentar hasta que se independicen.
¿Y qué hay mejor que la libertad, nuevos amigos y la naturaleza para aprender a disfrutar de la vida?
¿Lo mejor? La sencillez de la historia y de su narración.
¿Lo peor? La falta de una voz individual para cada personaje.
¿Lo recomiendo? Desde luego. No creo que sea la mejor novela juvenil del año, pero sí que me parece una buena historia, con un planteamiento que la hace destacar entre otros libros de la misma temática y un desarrollo muy bien trabajado e hilado.