¡Hola a todos!
Hoy os traigo la reseña de una novela autoconclusiva que tenía muchísimas ganas de leer desde que supe de su publicación. Aviso que es larga, pero mi intención no es ni mucho menos dar lecciones de nada ni cambiar el mundo. Tan sólo doy mi opinión, aunque me haya alargado más de la cuenta 😛
Título: Las reglas de mi ex
Autora: Shirin Klaus
¿Saga? Libro independiente.
Editorial: Autopublicación
ISBN: 9781503077560
Número de páginas: 252
Publicación: 22 de Diciembre de 2014
Género: Realista
Sinopsis: Esta no es una novela romántica más. Es una historia de AMOR con mayúsculas. De AMOR propio, de AMOR de familia, de AMOR de amigos, de AMOR de pareja. De AMOR a la libertad, a la igualdad y a la felicidad. ¡Enamórate de la vida!
Begoña vive controlada por su marido. Él es celoso y machista, pero la quiere y ella también le ama. Sin embargo, todo cambia cuando Begoña descubre que Germán le está siendo infiel y su mundo se cae a pedazos.
Por suerte, Begoña no tardará en descubrir que la vida es mucho más de lo que tenía hasta ahora y que se merece ser feliz. Una a una, romperá todas las reglas que le impuso su marido y descubrirá todo lo que la vida puede ofrecerle. ¿La acompañarás en su viaje?
RESUMEN
A sus veinticuatro años, Begoña está convencida de tener la vida perfecta. Al cumplir los dieciocho se casó con Germán, su novio de toda la vida, y ahora viven juntos en una preciosa casa a las afueras de la ciudad y no les falta de nada. Muchas amigas de Begoña se sorprendieron al verla casarse tan joven, pero ella no se arrepiente.
Claro que ya hace mucho que no ve a esas amigas. Su marido, Germán, piensa que son una mala influencia para Begoña, a la cual quiere mantener a salvo de todo y de todos, pues quiere protegerla del mal que hay en el mundo, ya que la considera muy inocente. Para Begoña esto no supone ningún problema, pues está acostumbrada a las órdenes de su marido y a su obsesión por el control.
No obstante, un día en que regresa antes a casa del trabajo, Begoña se encuentra a Germán teniendo sexo con otra mujer en su propia cama.
Llevada por el dolor y la desesperación y sin pensar demasiado en lo que hace, Begoña se monta en el coche, comienza a conducir sin rumbo fijo y se aleja, se aleja cada vez más de Germán, quien trata de buscarla y hablar con ella por teléfono, pero ella se siente asqueada. Por primera vez empieza a plantearse si no cometió un error al casarse con Germán, si tal vez no debería haber permitido que él la controlase tanto, pues, ahora, ella no sabe qué hacer.
Afortunadamente, Begoña seguirá adelante, preocupada únicamente por poner kilómetros de por medio entre ella y su marido, y en esos días que pase lejos de casa, a solas primero y en compañía después, será cuando se dé cuenta de lo que realmente necesita y desea en su vida.
MI OPINIÓN
Esta novela no sólo es absolutamente genial y maravillosa, sino también muy necesaria. Necesaria porque, hoy en día, el modelo de hombre que triunfa en la literatura es precisamente como Germán, el marido de la protagonista de esta novela. Controlador, posesivo, obsesivo, acostumbrado a que sus órdenes se cumplan sí o sí… Vamos, lo que viene a ser un maltratador. Sí, estos hombres controladores que tanto suelen gustar son, de una forma u otra, maltratadores, quizá sólo de forma psicológica, pero no por ello deja de ser maltrato. Y, la verdad, ya era hora de que alguien pusiera los puntos sobre las íes y los mostrara no como los idealizados amantes que nos suelen mostrar, sino como lo que son realmente: maltratadores.
(Ojo: En este caso se trata de hombres que maltratan a mujeres, pero no por ello deja de haber mujeres que maltratan a hombres. Haberlas, haylas, pero en la literatura, lo que abunda es el caso contrario.)
–Personajes. La protagonista, Begoña, me ha parecido una mujer demasiado indefensa, demasiado inocente para haber pasado por todo lo que pasa. Germán la lleva influyendo desde que la conoció cuando ella tenía doce años, así que Begoña es prácticamente una marioneta en manos de él. Sin que ella se haya dado cuenta siquiera, Germán la ha anulado como persona, convenciéndola de que la forma en que él ve el mundo es la correcta, la adecuada y la única en que ella puede y debe verlo también. Así que ella, pensando que todas esas reglas que Germán le impone son por su propio bien, se ha habituado a obedecerlo siempre, sin atreverse siquiera a manifestar su opinión por tal de no contrariarlo y, por tanto, hacerlo enfadar.
Germán es, con perdón pero otra forma de decirlo no hay, un auténtico cabronazo. No sólo tiene a Begoña controlada y doblegada a sus pies, sino que encima le es infiel en la cama que comparten cada noche. Y todavía, cuando ella reacciona, se atreve él a decirle que no es para tanto y que, como buena esposa, ella debe quedarse junto a él, perdonarle y volver a confiar en él. Y que todo siga como hasta entonces. Yo es que de verdad que más ganas de pegarle no podía tener.
Por suerte o por desgracia, pillar a su marido en la cama con otra era el empujón que Begoña necesitaba para espabilar, para abrir los ojos y darse cuenta de que su vida no es ni mucho menos perfecta, sino todo lo contrario. Se da cuenta entonces de todo lo que se ha perdido por culpa de Germán, por haber estado siempre sometida a él y por no haberse atrevido a tener su propia vida al margen de él y de sus estúpidas reglas.
Así que, a lo largo de toda la novela, podremos conocer a una nueva Begoña, cuya evolución se produce de manera lenta y progresiva, bien trabajada y desarrollada. Tratándose de una novela así, el cambio en ella no podía ser repentino ni precipitado, sino todo lo contrario, por lo que la forma en que la autora lo ha hecho ha sido más que perfecta y satisfactoria.
Claro que Begoña, siendo tan inocente y acostumbrada a estar sometida a su marido, que tomaba las decisiones por ella, necesita un soporte firme para borrar su vida pasada y crearse una nueva, una en la que mande ella y en la que los que la rodean no pretendan cambiarla ni someterla, sino, simplemente, quererla tal como es. Begoña tendrá la suerte de conocer a personas como Marga y Dani, que resultarán pilares fundamentales a la hora de decidir hacia dónde quiere encauzar su vida ahora que ha descubierto la verdadera cara de Germán.
Marga y Dani son increíbles. Son personas con las que Begoña jamás se habría atrevido a interactuar siquiera de haber seguido bajo el ala de Germán. Marga es lanzada, abierta, espontánea, y Dani es natural, sencillo y atento, cualidades que, según Germán, los convertirían automáticamente en malas compañías para Begoña. Pero él no está, por lo que la decisión de permanecer junto a Dani y Marga o abandonarles depende enteramente de Begoña. Y también qué hacer ahora con su vida.
–Escritura. El estilo de Shirin Klaus (Alba Navalón), como ya he podido comprobar en otras muchas novelas suyas que he leído (Follamigos, Damas de la luz, Como tú quieras llamarme…), es sencillo y directo, sin entretenerse en florituras o descripciones innecesarias, pero ahondando en los sentimientos de los personajes y mostrando sus dudas y pensamientos. Un detalle, no obstante, que me hizo la lectura un poco confusa fue la falta de referente en algunos casos, cuando la protagonista se encuentra acompañada, pero no se indica quién realiza las acciones que se describen.
–Edición. He leído este libro en formato ebook y la verdad es que no tengo ni una sola queja. Me encanta la edición interior y me encanta la portada, que representa las ansias de libertad de Begoña ahora que ha dejado de estar sometida a una relación tóxica.
–Historia. Como he comentado, me parece que ya hacía falta una novela como esta. No sólo por los personajes y la trama en sí, sino por el mensaje que lleva. Muchas son las mujeres que se encuentran atrapadas en relaciones tóxicas sin darse cuenta siquiera, ya que toman como algo normal el que sus parejas decidan por ellas y les impongan su forma de ver el mundo. Son esas parejas las que las convierten en personas sumisas, inseguras e inocentes, de forma que siempre se mantengan junto a ellos pase lo que pase. En otras palabras: las maltratan psicológicamente, convenciéndolas de que lo que ellos hacen está bien, de que las controlas y manipulan para protegerlas, cuando lo único que quieren es tener a alguien en casa para todo lo que necesiten (ya sea hacer las labores de la casa, salir a cenar, tener sexo…). Estas cosas pasan en la vida real, dándose casos tanto de hombres como de mujeres que maltratan a sus parejas, aunque parece que el tema de los hombres maltratados pasa mucho más desapercibido, pero eso no significa que no los haya.
Sin embargo, como he dicho, en la literatura parece que abunda el caso contrario, el que parece que suele ser más común: hombre extremadamente controlador, obsesivo y, en ciertos casos, incluso acosador, hasta el punto en que ellas deben obedecerles ciegamente por tal de evitar que ellos se enfaden, lo cual demuestra que tienen miedo de estos hombres con los que salen. Estoy pensando en casos muy concretos, sí, pero voy a abstenerme de dar nombres. No es ese el motivo por lo que escribo esto, sino porque me parece verdaderamente lamentable que, después de todo lo que se ha luchado por la igualdad, ahora vengan a decirnos que los hombres que nos controlan, nos manipulan y, a veces, nos usan como objetos sexuales lo hacen porque nos quieren y por protegernos. ¡Venga ya, hombre! Si te controla y se enfada contigo por decidir por ti misma, será que no te quiere tanto. El amor implica respeto, confianza y comprensión, e imponer a la otra persona tus propias reglas, castigándola si las incumple, demuestra que lo que tú tienes por esa persona no es amor, sino obsesión. Obsesión por controlarla a tu antojo y por mantenerla alejada de su entorno para que no pueda abrir los ojos y escapar de ti.
Begoña es una de esas personas controladas por su pareja. Germán siempre le ha dicho cómo debe comportarse, qué puede y no puede hacer, con quién puede o no relacionarse e incluso lo que se puede poner para ir a trabajar. Y Begoña ha obedecido, pensando que él sólo se lo decía por ella, para protegerla. ¿De qué? Pues de otros hombres que puedan querer algo con ella, de mujeres que le peguen su «golfería» (sí, Germán es de los que piensa que si una mujer se acuesta con muchos hombres, es una «golfa», pero no opina lo mismo de los hombres que se acuestan con muchas mujeres) e incluso de ella misma, ya que Begoña es tan tierna e inocente que no sería capaz de decidir por sí misma si se lo propusiese. O eso es lo que Germán le hace creer.
En fin, me estoy encendiendo mucho con este tema, pero es que es algo que no puedo soportar. Me parece increíble que todavía existan personas, principalmente mujeres, que quisieran tener a alguien que las controle día y noche, que las castigue si no hacen lo que se les dice, que las hagan sentir culpables por decidir por sí mismas… No entiendo que haya personas así y menos cuando se trata de mujeres, después de todo lo que se ha luchado y se sigue luchando para erradicar el machismo. Me parece muy triste cuando me encuentro con gente que quiere dar el braguetazo de su vida para ser un/a mantenido/a y no tener que trabajar nunca, implicando esto estar sujeto/a a la economía (y los deseos) de la pareja. Y lo peor, como digo, es que en la mayoría de los casos suelen ser las mujeres las que piensan así. Y yo me pregunto: ¿es que no se quieren lo suficiente como para ser capaces de valerse por sí mismas?
Pero no quiero entrar en ningún debate sobre machismo, feminismo ni hembrismo, porque entonces nos dan las tantas. Simplemente, me alegra horrores que la autora de Las reglas de mi ex haya cogido al toro por los cuernos y haya mostrado a esos hombres controladores y manipuladores como lo que son: unos maltratadores, ya sea física o psicológicamente. O ambas, que es todavía peor. Y, sí, como digo también hay mujeres maltratadoras, pero en este caso me estoy refiriendo a la literatura actual, en la cual, lo que nos solemos encontrar son hombres extremadamente machistas y controladores y mujeres que caen rendidas a sus pies y los obedecen en absolutamente todo. Que está muy bonito entregarse en el amor, pero… hay ciertos límites, digo yo, especialmente cuando no recibes lo que das. A mí, personalmente, eso de que me digan «Eres mía» me dan ganas de pegarle un señor tortazo al hombre que me lo dijese, que le dejaría la cabeza más descolocada que la de la niña de El exorcista. Seriously.
Me callo ya, que a lo tonto me alargo más de la cuenta xD
¿Lo mejor? El mensaje que contiene la novela.
¿Lo peor? Germán. Ojalá las personas como él, hombres y mujeres, se extinguiesen.
¿Lo recomiendo? Sin duda alguna. Antes que cualquier novela erótica (así en general, sin discriminar a nadie), recomiendo encarecidamente Las reglas de mi ex.